El periódico digital del alumnado del IES Alfonso Romero Barcojo (Niebla, Huelva)

martes, 7 de febrero de 2012


La voz de Ilipla acoge en sus páginas la colaboración de Nicolás Rodríguez, Jefe de Estudios del Alfonso Romero Barcojo, quien aborda en un artículo de opinión la polémica decisión gubernamental de eliminar la asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos.


EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA, EDUCACIÓN ¿PARA QUÉ…?

Por Nicolás Rodríguez

El pasado domingo tuvo lugar un importante evento para mi familia. Por primera vez, mi hija de 5 años venía al ya ahora renombrado Benito Villamarín para asistir a su primer partido de fútbol. No sé si este hecho marcará en algo su niñez, pero sin duda marcará un hito que recordaremos el día de mañana (por cierto, mal debut de Elsa frente al Granada). La cuestión es que almorzando ese mismo domingo ella, su madre y yo, tuvimos una agradable conversación. Elsa se preguntaba: “Papá, ¿tú por qué eres del Betis?”. Sin dejarme tiempo a contestar, su madre apostilló: “Pues no lo sé, hija, porque ningún equipo da de comer a tu padre”. La respuesta me evitó pasar el mal trago de intentar explicar un sentimiento irracional como es la afiliación a unos colores (pero así es y no me arrepiento).
Todo ello me viene a la cabeza porque el pasado miércoles, en esos minutos de coche y radio, escuché una sorprendente aunque quizás, por desgracia, esperada noticia: nuestro flamante y nuevo ministro de Educación dejaba ver a las claras las novedades (a la espera de un próximo Consejo de Ministros) que se implantarán en Educación. Respecto a ello, quiero dejar claro una premisa. Como decía la madre de mi hija, ningún partido “me da de comer”, cierto es. Parece que en nuestro país, España, uno no pudiera tener otras ideas políticas que las que postulan PP y PSOE (o PSOE y PP, tanto monta…); pero las últimas noticias, tengo que reconocerlo, me ponen muy nervioso.
Comienzo a estar un poco harto de que todos los días se escuchen en los medios de comunicación opiniones sobre Educación sin el más mínimo conocimiento de la realidad de los centros. Pienso que eso de opinar sin saber sólo era una cosa de políticos, pero observo cada vez más que también los periodistas o pseudoperiodistas tratan el tema en cuestión sin ningún tipo de rigor ni contraste (dos de las leyes fundamentales del periodismo, entiendo).
Es así que el pasado miércoles, cuando se anunció la, por desgracia, esperada  noticia (ya desde el 20-N) de que el gobierno “terminaba” con la asignatura de Educación para la Ciudadanía, me embargó un extraño sentimiento, una mezcla de tristeza, desolación e impotencia. Lo digo, yo sí, con rigor y conocimiento de causa. Desde mi perspectiva de profesor de Ciencias Sociales, y tras haber estado impartiendo desde que se implantó dicha asignatura no menos de cuatro o cinco años, veo que el deseo y casi imposición de cierta parte de nuestra sociedad se ha cumplido.
Me parece de “burros”, con perdón hacia esos preciosos animales, el debate que se abrió en torno a si con dicha asignatura se podía aleccionar al alumnado. No fueron pocos los que postulaban ejercer la “objeción de conciencia” hacia la asignatura. Todo ello porque parecía que se trataban en ella temas que eran tabú; pero ¿qué tabú?, y ¿para quién? Yo me pregunto si mostrar la realidad social y legislativa de España es inmoral. Quizás lo sea abrir el debate sobre si una pareja de dos hombres o de dos mujeres son o no una familia; si una mujer, en su libre ejercicio, tiene derecho o no a interrumpir su embarazo voluntariamente; si se conculca algún derecho al prohibir el “botellón” o si llevar velo es constitucional o no.
Se ve que muchos desconocen la realidad educativa, pues no es nada fácil imprimir unos valores imprescindibles a unos jóvenes a los que no les importa lo más mínimo lo que le rodea. Aunque uno se lo propusiese, influir en los jóvenes no es fácil, pues una de sus principales características es no escuchar; otra, no interesarse lo más mínimo por la política, la religión, los problemas sociales, etc… Este apartado es el que me hace reflexionar sobre mi gran duda: “Educación para la Ciudadanía, Educación ¿para qué?”, como diría aquel.
Es de ingenuos pensar que un profesor o una profesora no pueden aleccionar a su alumnado; pero no sólo los de Educación para la Ciudadanía, ¿o acaso no lo puede hacer el profesor de Matemáticas, la profesora de Ciencias Sociales, el profesor de Tecnología o la profesora de Religión Católica? Todos ellos imparten clases hoy por hoy en nuestras escuelas públicas. Lo que nos pide la sociedad, como buenos profesionales, es que intentemos ser asépticos,  objetivos, responsables y justos. Eso no va reñido con el área que cada cual imparta, sino con la intención que cada uno lleve o quiera llevar.
Por último, y a colación de la noticia que escuché, una de las contertulias (entendida en la materia) abogaba por la objeción de la Educación para la Ciudadanía, pero proponía el mantenimiento de una asignatura  como “Ética” en 4º de E.S.O. (y se quedaba tan tranquila). Dudo si interesa a alguien, pero yo, que sí he estudiado el currículum de Secundaria, he de decir que en II ciclo (3º y 4º de ESO) existe una materia, con currículum común, que se denomina “Educación Ético-Cívica” y que se divide en dos años: “Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos”, para 3º de ESO, y “Ética” para 4º de ESO (sólo por si a alguien interesa).
Qué pasaría si Platón levantase la cabeza y viera en lo que se ha convertido su Política. Seguramente se vería rodeado de muchas personas conocidas, pues en la Atenas del S. V a.C., una de las tres grandes variedades de la política era la Demagogia. Pericles y sus atenienses dedicaban un “premio” a estos demagogos, el Ostracismo, es decir la pérdida de la ciudadanía ateniense y la obligación de abandonar la polis. Si nosotros hiciéramos lo mismo que los antiguos y sabios griegos, en España al menos se solucionaría en gran parte el problema del paro, pues yo creo que saldrían de nuestro querido país algo más de cinco millones de personas con toda seguridad.  

En Niebla, a jueves 2 de febrero de 2012.

Nicolás Rodríguez es Jefe de Estudios del IES Alfonso Romero Barcojo y ex-profesor de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos.

1 comentario:

  1. Suscribo totalmente el contenido del artículo. Pero ya me han dicho que tenemos que aprender a no sorprendernos de que el nuevo Gobierno haga y deshaga sin mucha argumentación y según convenga. Es decir, no van a contar con los docentes de la camiseta verde ni con los que no estén de acuerdo con su interés, las más de las veces inconfesable aunque visible.

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